Esta tarta de queso tiene la textura más suave, esponjosa y tierna que hayáis probado. En la línea de todos esos postres japoneses, que siempre tienen una textura a la que yo denomino fluffy.

Además es muy sencilla de hacer, con solo tres ingredientes, parece mentira que tengamos este resultado tan increíble. Yo he usado mi chocolate blanco casero (te dejo la receta aquí) que tenía trocitos de galleta de cacao, pero puedes usar cualquier chocolate blanco, que queda perfecta.

Elaboración

– Empezamos separando las claras de las yemas. Reserva las claras en la nevera, para que te sean más sencillas de montar y queden más firmes.

– Derrite el chocolate blanco al microondas en intervalos de 30 segundos y removiendo entre medias para evtar que se te queme. Puedes hacerlo también al baño maría. Mézclalo con el queso crema y añade las yemas de huevo al chocolate blanco de una en una. Vete integrándolas antes de añadir la siguiente, hasta que tengas las cuatro bien mezcladas. Reserva la mezcla.

– Saca las claras de huevo y móntalas a punto de nieve. Asegúrate de que están bien montadas y bastante firmes, este es el paso más importante para que la tarta te quede perfecta. Sabrás que las tienes bien montadas cuando des la vuelta al  bol y no se vuelque.

– Integra las claras a la mezcla anterior. Primero la mitad de las claras, con movimientos envolventes con ayuda de una espátula, y luego las claras restantes.

– Cuando lo tengas todo integrado, vierte en el molde y mételo en el horno precalentado a 170ºC durante 20 minutos. Pasado este tiempo baja la temperatura a 160ºC durante otros 20 minutos. Apaga el horno, y sin abrir la puerta, deja la tarta dentro otros 20 minutos.

– Sácala del horno y déjala a temperatura ambiente hasta que enfríe. Métela en la nevera una o dos horas y desmolda justo antes de servirla.